Julio del 2008Comunicado Publico del Lof Yeupeko
Informamos a nuestro Pueblo, a la opinión pública chilena e internacional lo siguiente:
1. Que durante el día de ayer, 28 de Julio aproximadamente a las 19 hrs, fue interceptado y detenido por carabineros el destacado dirigente de la comunidad de Yeupeko Mauricio Huaiquilao Huaiquilao, al que luego de dar innumerables vueltas, es golpeado e interrogado.
2. Luego de esto es entregado a civiles quienes lo continúan interrogando y golpeando, además de realizar prácticas de tortura. Posteriormente es dejado en libertad a la altura del pueblo de Lautaro a las 04 de la madrugada.
3. Luego de que constatara lesiones en Urgencia del Hospital regional de Temuco, es esperado por carabineros, quienes a la salida del recinto le quitan la constatación de lesiones.
4. Producto de esto el hermano se encuentra con contusiones prácticamente en todo el cuerpo y con la cara deformada debido de las patadas en el rostro que recibió.
5. Para nuestra comunidad, el hecho no es aislado, los primeros antecedentes de tortura son al comunero Roberto Painemil, quien recientemente fue absuelto de un montaje judicial. Igualmente ya son habituales las rondas de civiles y los disparos frente a las casas en altas horas de la madrugada.
6. Esta persecución selectiva a dirigentes destacados, es parte de la guerra sucia y encubierta, con la cual el colonialista Estado Chileno pretende detener un creciente proceso de movilización de las comunidades y nuestro pueblo. Esta claro que la tortura se hizo habitual para los mapuche, sin embargo esto no detendrá la ancestral lucha del pueblo mapuche y tal cual ellos cambian su accionar, nos obligan también a modificar nuestras tácticas.
Con el ejemplo de Matías, quien cayó en Yeupeko, a continuar con la Resistencia, Reconstrucción y Recuperación para Yeupeko y todo wallmapuche!!
"Algún día todo el odio y la violencia irán de vuelta, entonces comenzará a brillar el Sol de la Justicia Mapuche". Matias Katrileo 2007
Yeupeko- Fillkun
Coordinadora Arauco Malleco - CAM
Wallmapu, 29 de Julio de 2008.
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COOAMS
Coordinadora de Organizaciones Autónomas Mapuche de Santiago
Agrupación Mapuche Kilapan
Jvfken Mapu
Consejo Mapuche Pikunche
martes, 29 de julio de 2008
miércoles, 9 de julio de 2008
lunes, 7 de julio de 2008
El clamor de la Ñuke
“Hacia el Puel, Ñawe, hacia el Puel, (enrarecido el aire, los pájaros parecían no tener dirección).
Mala señal, decía mi abuelo, adivinando de antemano lo que iba a pasar. Observaba silencioso como hace miles de años lo hacían nuestros ancestros, previniendo antes los cambios, las lluvias, inundaciones, las tormentas, las sequías, los terremotos, el poder de los pillanes (volcanes).
Los hijos de esta tierra sabían y estaban preparados para cualquier acontecimiento. Poco era lo que poseían, sólo lo que necesitaban su Ruka, los que la tenían. antes de establecerse o construir, revisaban y solicitaban a nuestra Ñuke Mapu, a Futa Chau Ngenechen, a nuestros ancestros, a nuestras fuerzas, a nuestros espíritus, y estos con distintas señales, (a través de nuestros animales y peumas) recibíamos si nos daban o no su aprobación . Así éramos uno solo, con los cuatros puntos de la tierra o Meli Witran Mapu.
Hijos obedientes y respetuosos de sus padres, humildes y agradecidos, habitábamos donde debíamos, celebrando un pacto con todos los espíritus (guardianes de los bosques, ríos, montañas, animales) y seres que allí habitaban. Un pacto de respeto, de no trasgresión de ambos lados.
Hoy la descendencia de los invasores, con altanería y soberbia, han querido desafiar, confrontar y ofender a mis dioses, construyendo casas, fortalezas, hoteles, donde se les da la soberana gana, como ya nos despojaron de nuestra tierra, “Se creen con el derecho de Saber qué Hacer con Ella”.
Mal han pensado la tierra, la madre, viva. Hoy más que nunca siente, respira, se enfada, y suave ha sido con el rugir de sus pillanes, con el sacudir de su cuerpo. Ni aún así, la descendencia de los invasores sigue su atrevimiento, su prepotencia, siguen sus forestales, sus represas, sus celulosas, siguen con su contaminación, con sus aeropuertos, con su basura (basurales, muchos cerca de comunidades), arrasando con lugares llenos de poder (Menokos, Aukin, todos sagrados para mí, para mi gente, para mi Wallmapu). Y lo permitimos, hermanos, callamos sin hacer ,ni decir nada, cómplices a la fuerza, porque si protestamos sabemos también lo que va a ocurrir: más wentrükonas presos, más pobreza, más miseria para mis lamngen y sus hijos.
Tenemos corazón y espíritu, hermanos, “pero no tenemos pies y no tenemos cabeza”. Nuestros guerreros, nuestros líderes, nuestros dirigentes están cansados, muchos encarcelados, heridos ,pocos siguen de pie, tratando de resistir, otros tantos olvidaron, “porque es la lucha” y se han conformado con “un puesto y un sueldo”.
Y yo, hermanos, soy mujer, soy madre, soy mapuche, honro a mis dioses, amo a mi madre, soy fuerte como todas y cada una de mis hermanas. Hemos sido las que por siglos han guiado y ha mantenido junta a la familia y al pueblo, han apoyado a sus Wentru y han tomado su lugar cuando no están, y muchas cuando si lo están, cuando son débiles y cobardes para defender lo que nuestros ancestros y nuestros abuelos “defendieron como hombres”.
Y yo creo hermanos, firmemente, que son las nuevas generaciones las que alzaran la voz, las que lo están haciendo, las que sólo llevan un apellido mapuche, y algunos ni siquiera lo tienen, pero lo sienten y lo llevan en la sangre. “Porque mis dioses, mis espíritus, mis antepasados, mi Ñuke, hermanos, todos sabios, justos, poderosos”, si no encuentran en su propio linaje, lo van a encontrar donde halla valor, compromiso, lealtad, amor a la madre y a sus hijos.
Como un Alex Lemun, como un Matías Catrileo, como una Patricia Troncoso, como una Elena Varela, como todos los hermanos que día a día sufren agobios, discriminación, pobreza, hambre, y aún así sus corazones, sus almas, permanecen calmas y serenas, altivas, sin ser doblegadas, esperando el tiempo, esperando el momento, “esperando la cabeza”, echando raíces en silencio, “fortaleciendo los pies”, soportando, mientras la arrogancia de los vencedores, por un tiempo, vencedores de hoy, “pero jamás hermanos, jamás del mañana”.
MARICHIWEU PU LAMNGEN
Mala señal, decía mi abuelo, adivinando de antemano lo que iba a pasar. Observaba silencioso como hace miles de años lo hacían nuestros ancestros, previniendo antes los cambios, las lluvias, inundaciones, las tormentas, las sequías, los terremotos, el poder de los pillanes (volcanes).
Los hijos de esta tierra sabían y estaban preparados para cualquier acontecimiento. Poco era lo que poseían, sólo lo que necesitaban su Ruka, los que la tenían. antes de establecerse o construir, revisaban y solicitaban a nuestra Ñuke Mapu, a Futa Chau Ngenechen, a nuestros ancestros, a nuestras fuerzas, a nuestros espíritus, y estos con distintas señales, (a través de nuestros animales y peumas) recibíamos si nos daban o no su aprobación . Así éramos uno solo, con los cuatros puntos de la tierra o Meli Witran Mapu.
Hijos obedientes y respetuosos de sus padres, humildes y agradecidos, habitábamos donde debíamos, celebrando un pacto con todos los espíritus (guardianes de los bosques, ríos, montañas, animales) y seres que allí habitaban. Un pacto de respeto, de no trasgresión de ambos lados.
Hoy la descendencia de los invasores, con altanería y soberbia, han querido desafiar, confrontar y ofender a mis dioses, construyendo casas, fortalezas, hoteles, donde se les da la soberana gana, como ya nos despojaron de nuestra tierra, “Se creen con el derecho de Saber qué Hacer con Ella”.
Mal han pensado la tierra, la madre, viva. Hoy más que nunca siente, respira, se enfada, y suave ha sido con el rugir de sus pillanes, con el sacudir de su cuerpo. Ni aún así, la descendencia de los invasores sigue su atrevimiento, su prepotencia, siguen sus forestales, sus represas, sus celulosas, siguen con su contaminación, con sus aeropuertos, con su basura (basurales, muchos cerca de comunidades), arrasando con lugares llenos de poder (Menokos, Aukin, todos sagrados para mí, para mi gente, para mi Wallmapu). Y lo permitimos, hermanos, callamos sin hacer ,ni decir nada, cómplices a la fuerza, porque si protestamos sabemos también lo que va a ocurrir: más wentrükonas presos, más pobreza, más miseria para mis lamngen y sus hijos.
Tenemos corazón y espíritu, hermanos, “pero no tenemos pies y no tenemos cabeza”. Nuestros guerreros, nuestros líderes, nuestros dirigentes están cansados, muchos encarcelados, heridos ,pocos siguen de pie, tratando de resistir, otros tantos olvidaron, “porque es la lucha” y se han conformado con “un puesto y un sueldo”.
Y yo, hermanos, soy mujer, soy madre, soy mapuche, honro a mis dioses, amo a mi madre, soy fuerte como todas y cada una de mis hermanas. Hemos sido las que por siglos han guiado y ha mantenido junta a la familia y al pueblo, han apoyado a sus Wentru y han tomado su lugar cuando no están, y muchas cuando si lo están, cuando son débiles y cobardes para defender lo que nuestros ancestros y nuestros abuelos “defendieron como hombres”.
Y yo creo hermanos, firmemente, que son las nuevas generaciones las que alzaran la voz, las que lo están haciendo, las que sólo llevan un apellido mapuche, y algunos ni siquiera lo tienen, pero lo sienten y lo llevan en la sangre. “Porque mis dioses, mis espíritus, mis antepasados, mi Ñuke, hermanos, todos sabios, justos, poderosos”, si no encuentran en su propio linaje, lo van a encontrar donde halla valor, compromiso, lealtad, amor a la madre y a sus hijos.
Como un Alex Lemun, como un Matías Catrileo, como una Patricia Troncoso, como una Elena Varela, como todos los hermanos que día a día sufren agobios, discriminación, pobreza, hambre, y aún así sus corazones, sus almas, permanecen calmas y serenas, altivas, sin ser doblegadas, esperando el tiempo, esperando el momento, “esperando la cabeza”, echando raíces en silencio, “fortaleciendo los pies”, soportando, mientras la arrogancia de los vencedores, por un tiempo, vencedores de hoy, “pero jamás hermanos, jamás del mañana”.
MARICHIWEU PU LAMNGEN
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Carta abierta acerca el 24 de junio (¿Y el feriado, cuando?)
Señores
En la mayoría de los países sudamericanos sólo celebran uno o dos días para Semana Santa, pocos los tres días seguidos.
Comprendo también que este es un país católico y que son pocos los feriados, y los que hay, la mayoría son de esta religión.
Señores, talvez ustedes me pueden decir que ya tenemos un feriado, el día 12 de octubre, pero para nosotros Mapuches, Aimarás, Rapa Nui, Yaganes, Huilliches, Atacameños, Quechuas, Alacalufes, Collas, etnias de este país y de Latinoamérica, es una vergüenza y una pena recordar el etnocidio cultural, espiritual y moral que año a año nos enrostran y nos recuerdan, el porque estamos en estas condiciones.
Quizás para ustedes chilenos, extranjeros, católicos y religiones ajenas a estas tierras lo celebren, porque de lo contrario, si no hubiese habido un “descubrimiento”, luego una “conquista”, ustedes no estarían aquí. Entonces señores, es su día, no el nuestro.
Porque nosotros Señores, no tenemos derecho a celebrar, siquiera el día más importante para nosotros, 24 de junio.
No, si podemos, pero cualquier otro día porque, si ustedes no saben, el día del We Tripantü se comienza a las 18:00 horas del día anterior, hasta las 18:00 horas del día siguiente, porque honramos y saludamos a los espíritus que salen a diferentes horas: a las 12 de la noche, 5 de la madrugada, al mediodía, etc.
Que más puedo decir, que miren su calendario, lleno de nombres católicos, de santos, de héroes y efemérides.
IGUALDAD, EQUIDAD Y DEMOCRACIA, ¿PARA QUÉ?, ¿PARA QUIÉNES?
Señores, quiero y exijo reconocimiento público e igualdad para mi pueblo y para las diferentes etnias y minorías de este país.
Libertad de pensar, de actuar, de decidir, de expresar, en resumen Señores, DIGNIDAD.
En la mayoría de los países sudamericanos sólo celebran uno o dos días para Semana Santa, pocos los tres días seguidos.
Comprendo también que este es un país católico y que son pocos los feriados, y los que hay, la mayoría son de esta religión.
Señores, talvez ustedes me pueden decir que ya tenemos un feriado, el día 12 de octubre, pero para nosotros Mapuches, Aimarás, Rapa Nui, Yaganes, Huilliches, Atacameños, Quechuas, Alacalufes, Collas, etnias de este país y de Latinoamérica, es una vergüenza y una pena recordar el etnocidio cultural, espiritual y moral que año a año nos enrostran y nos recuerdan, el porque estamos en estas condiciones.
Quizás para ustedes chilenos, extranjeros, católicos y religiones ajenas a estas tierras lo celebren, porque de lo contrario, si no hubiese habido un “descubrimiento”, luego una “conquista”, ustedes no estarían aquí. Entonces señores, es su día, no el nuestro.
Porque nosotros Señores, no tenemos derecho a celebrar, siquiera el día más importante para nosotros, 24 de junio.
No, si podemos, pero cualquier otro día porque, si ustedes no saben, el día del We Tripantü se comienza a las 18:00 horas del día anterior, hasta las 18:00 horas del día siguiente, porque honramos y saludamos a los espíritus que salen a diferentes horas: a las 12 de la noche, 5 de la madrugada, al mediodía, etc.
Que más puedo decir, que miren su calendario, lleno de nombres católicos, de santos, de héroes y efemérides.
IGUALDAD, EQUIDAD Y DEMOCRACIA, ¿PARA QUÉ?, ¿PARA QUIÉNES?
Señores, quiero y exijo reconocimiento público e igualdad para mi pueblo y para las diferentes etnias y minorías de este país.
Libertad de pensar, de actuar, de decidir, de expresar, en resumen Señores, DIGNIDAD.
¿Y el feriado, cuándo?
El presidente viajero, Frei, en 1999 declaró el 24 de junio como “Día nacional de los pueblos indígenas”. Pero no por pura buena onda, sino por una que otra presión, que no viene al caso recordar, así que no estamos agradecidos, porque era lo que correspondía, no más.
Ahora yo me pregunto: ¿Es importante para el gobierno, para Chile, ese día?. Porque ni siquiera es feriado, y debería serlo, para que mi pueblo no tenga que celebrar cualquier otro día que no corresponde, sobretodo un fin de semana cercano, porque hay que trabajar, por si el señor Frei se le había olvidado.
Pero, debería ser considerado por el gobierno actual, ¿o no?.
Señores, We Tripantü o Wiñoy Tripantü (la nueva salida del sol o el regreso de Antü), por siglos celebrada por mi pueblo, era una de las ceremonias más importante, donde se comenzaba un nuevo ciclo, la renovación de todas las fuerzas, el inicio de un nuevo año.
Se juntaban las comunidades, las familias, los vecinos, los amigos, las machis, los lonkos, etc. Había bailes (choique, purum), música (kultrun, pifilca, tronpe, trutruca, kulkul, cascawillas).
Había rogativas a diferentes horas (el día, la noche, la madrugada). Se saludaba a los cuatro puntos o Meli Witran mapu. Se honraba a la Ñuke, a Futa Chau Ngenechen, a las cuatro fuerzas (agua, tierra, viento, fuego). Se conversaba con el Padre Sol, se le agradecía por todo lo que tuvimos, por lo que tenemos y lo que tendremos con su regreso y su protección, por su generosidad al fecundar a nuestra Madre, para que ella produzca el alimento para sus hijos, para todos sus hijos (nosotros, la naturaleza, los espíritus).
Los niños y los adultos se bañaban en aguas limpias y corrientes a las cuatro o cinco de la mañana, para recibir al Padre Sol limpios de cuerpo, de pensamiento y de alma. El agua se encargaba de llevar el pasado lejos, de transformarlo y renovarlo.
En toda la naturaleza había júbilo y entre los vecinos solidaridad, compartiendo los alimentos, regalos, conversaciones, bailes.
Se llevaban las mejores comidas los mejores trajes, no para mostrar a los demás asistentes, sino para ser dignos para venerar a nuestros dioses, a nuestros antepasados, a nuestra fuerzas.
A la llegada de los españoles y su evangelización, o “domesticación”, esta fiesta (pagana para ellos) la quisieron eliminar, como tantas otras. Como no podían directamente intervenir (eso iba en contra con su cristianismo), la transformaron, en la misma fecha pero con otro nombre y otro motivo, claro, conveniente para ellos: San Juan.
Dentro de los siglos siguientes se siguió celebrando ahora con el nombre de San Juan (el nombre de We Tripantü se empezó a olvidar). Las celebraciones se reducían ya a nivel familiar, porque ese día ‘se exigía’ ir a la iglesia y el que se quedaba en su casa era sindicado, como ya sabemos, de ‘pagano’, ‘rebelde’, ‘adoradores del Diablo’. Ni aún así, muchas familias se quedaban en sus casas celebrando, alrededor de un fogón, contando historias, compartiendo una comida, recordando el pasado (como lo hacíamos con mi abuelo).
Muchos hermanos le pusieron a sus hijos ‘Juan’ o ‘Juana’, y hasta hace poco esa era la fiesta más importante dentro de las comunidades, junto al Año Nuevo (occidental). Pero, habíamos olvidado el verdadero significado.
Hoy gracias a la sabiduría de muchos hermanos, de organizaciones mapuches, gracias a nuestros ancianos también y gracias a nuestros jóvenes que han querido recuperar la memoria y participar en las celebraciones, gracias también a todas esas personas no mapuches que siempre estuvieron apoyando a nuestros hermanos en comunidades y en diferentes asociaciones, para que lo que hoy sucede: se hiciera realidad, se ha recuperado la mayor parte de esta ceremonia.
Se celebra en las comunidades, en los colegios, en las ciudades y cada año se suman más y más, como una ola que va tomando más fuerza.
Hemos vuelto a escuchar a nuestros ancianos, para que nos guíen en este proceso, así es que poco a poco la reivindicación –cultural, emocional y espiritual- se logrará.
Estamos recordando, estamos de nuevo pronunciando los nombres sagrados, de nuestros dioses, de nuestros antepasados, de nuestros newenes, de nuestra Madre, de nuestro Padre.
Cada año, al celebrar We Tripantü, Futa Chau Ngenechen escucha a través del kultrun el latir del corazón de sus hijos vivos, felices, juntos, por una sola razón, que es la más grande y poderosa: es la de “Ser Mapuches”, hijos y herederos de estas tierras.
MARICHIWEU
(Diez veces venceremos)
Ahora yo me pregunto: ¿Es importante para el gobierno, para Chile, ese día?. Porque ni siquiera es feriado, y debería serlo, para que mi pueblo no tenga que celebrar cualquier otro día que no corresponde, sobretodo un fin de semana cercano, porque hay que trabajar, por si el señor Frei se le había olvidado.
Pero, debería ser considerado por el gobierno actual, ¿o no?.
Señores, We Tripantü o Wiñoy Tripantü (la nueva salida del sol o el regreso de Antü), por siglos celebrada por mi pueblo, era una de las ceremonias más importante, donde se comenzaba un nuevo ciclo, la renovación de todas las fuerzas, el inicio de un nuevo año.
Se juntaban las comunidades, las familias, los vecinos, los amigos, las machis, los lonkos, etc. Había bailes (choique, purum), música (kultrun, pifilca, tronpe, trutruca, kulkul, cascawillas).
Había rogativas a diferentes horas (el día, la noche, la madrugada). Se saludaba a los cuatro puntos o Meli Witran mapu. Se honraba a la Ñuke, a Futa Chau Ngenechen, a las cuatro fuerzas (agua, tierra, viento, fuego). Se conversaba con el Padre Sol, se le agradecía por todo lo que tuvimos, por lo que tenemos y lo que tendremos con su regreso y su protección, por su generosidad al fecundar a nuestra Madre, para que ella produzca el alimento para sus hijos, para todos sus hijos (nosotros, la naturaleza, los espíritus).
Los niños y los adultos se bañaban en aguas limpias y corrientes a las cuatro o cinco de la mañana, para recibir al Padre Sol limpios de cuerpo, de pensamiento y de alma. El agua se encargaba de llevar el pasado lejos, de transformarlo y renovarlo.
En toda la naturaleza había júbilo y entre los vecinos solidaridad, compartiendo los alimentos, regalos, conversaciones, bailes.
Se llevaban las mejores comidas los mejores trajes, no para mostrar a los demás asistentes, sino para ser dignos para venerar a nuestros dioses, a nuestros antepasados, a nuestra fuerzas.
A la llegada de los españoles y su evangelización, o “domesticación”, esta fiesta (pagana para ellos) la quisieron eliminar, como tantas otras. Como no podían directamente intervenir (eso iba en contra con su cristianismo), la transformaron, en la misma fecha pero con otro nombre y otro motivo, claro, conveniente para ellos: San Juan.
Dentro de los siglos siguientes se siguió celebrando ahora con el nombre de San Juan (el nombre de We Tripantü se empezó a olvidar). Las celebraciones se reducían ya a nivel familiar, porque ese día ‘se exigía’ ir a la iglesia y el que se quedaba en su casa era sindicado, como ya sabemos, de ‘pagano’, ‘rebelde’, ‘adoradores del Diablo’. Ni aún así, muchas familias se quedaban en sus casas celebrando, alrededor de un fogón, contando historias, compartiendo una comida, recordando el pasado (como lo hacíamos con mi abuelo).
Muchos hermanos le pusieron a sus hijos ‘Juan’ o ‘Juana’, y hasta hace poco esa era la fiesta más importante dentro de las comunidades, junto al Año Nuevo (occidental). Pero, habíamos olvidado el verdadero significado.
Hoy gracias a la sabiduría de muchos hermanos, de organizaciones mapuches, gracias a nuestros ancianos también y gracias a nuestros jóvenes que han querido recuperar la memoria y participar en las celebraciones, gracias también a todas esas personas no mapuches que siempre estuvieron apoyando a nuestros hermanos en comunidades y en diferentes asociaciones, para que lo que hoy sucede: se hiciera realidad, se ha recuperado la mayor parte de esta ceremonia.
Se celebra en las comunidades, en los colegios, en las ciudades y cada año se suman más y más, como una ola que va tomando más fuerza.
Hemos vuelto a escuchar a nuestros ancianos, para que nos guíen en este proceso, así es que poco a poco la reivindicación –cultural, emocional y espiritual- se logrará.
Estamos recordando, estamos de nuevo pronunciando los nombres sagrados, de nuestros dioses, de nuestros antepasados, de nuestros newenes, de nuestra Madre, de nuestro Padre.
Cada año, al celebrar We Tripantü, Futa Chau Ngenechen escucha a través del kultrun el latir del corazón de sus hijos vivos, felices, juntos, por una sola razón, que es la más grande y poderosa: es la de “Ser Mapuches”, hijos y herederos de estas tierras.
MARICHIWEU
(Diez veces venceremos)
¿Hasta cuándo?
Alex Lemun, Matías Catrileo, jóvenes guerreros asesinados.
Patricia Troncoso, Elena Varela, valerosas mujeres con sensibilidad, con fuerza. A mi parecer, para hablar y mostrar (lo que no está en discusión).
Elena Varela: Productora, guionista, cineasta, compositora, gestora cultural, directora de ‘Ojo film’, fundadora de la ‘Escuela de todas las artes’ y de la ‘Orquesta sinfónica de niños de Panguipulli’. Acusada de financiar y de la autoría de dos asaltos.
Pero ese no es su crimen. El crimen mas grande y el por qué esta siendo procesada es por su documental que pronto seria entrenado, ‘Newen mapuche’ (fuerza gente de la tierra).
Encarcelada, humillada, sola, incomunicada, “sin derechos” por atreverse a mostrar la verdad. Hoy, sin ser mapuche, está siendo tratada como si lo fuera, está viviendo la represión que por siglos ha vivido mi pueblo.
Ha sido noticia por unos días, mostrando su rostro casi imperceptible.
Sus familiares y amigos han sido amenazados. Su productora, por supuesto que fue allanada y destruida el material de ‘Newen mapuche’, recopilación de cuatro años, incautado seguramente para sacar información contra las personas que fueron entrevistadas.
Ella no es la primera ni la última. Han sido muchos los periodistas, documentalistas y estudiantes, nacionales y extranjeros, que cuando los interceptan grabando o acercándose a las zonas de conflicto son amenazados, muchos golpeados y expulsados del lugar, inclusive del país, no sin antes quitarles todo el material (fotos, grabaciones, audio, etc.).
Pero eso no se sabe, no es noticia, a nadie le interesa escuchar ese tipo de información; el resto del país y del mundo no se imagina qué pasa, y cada vez que se alza la voz dicen: “ya salieron los problemáticos, ¿para qué quieren más tierra?”.
Bueno, quizás para dejar de viajar a ciudades más grandes, para poder trabajar y alimentar a nuestras familias y dejar de ejercer los “excelentes trabajos” que por siglos nos han asignados: Empleadas (sin ofender), basureros, panaderos, temporeros. En fin, todo trabajo es digno -si fueran dignas las condiciones, la paga y el trato-.
Ni aún así, desearía que mi gente no estuviera hacinada en una hectárea, los más afortunados. Otros no tienen nada y viven de allegados. Esta realidad golpea también a las familias chilenas.
Pero mi gente, a diferencia de ellos, no está acostumbrada, ni lo van a estar, a no poder plantar, criar sus animales, a donde nazcan los hijos libres, en contacto con la naturaleza.
Los últimos estudios arrojan que aproximadamente un 84% de la población chilena tiene algún origen o parentesco mapuche.
Es una vergüenza, que en este tiempo, con el nivel de conocimiento y de avance tecnológico, que el resto de chile no sepa porque estamos luchando. Es una postura muy cómoda sentarse frente al televisor y que les digan qué hacer y en qué creer.
Considerando que los grandes consorcios también son dueños o socios de las grandes forestales y también de la información, “dueños de su verdad”, se podría decir (diarios, revistas, canales de TV, emisoras radiales), dueños también de hasta el papel con el que vamos al baño.
Bueno, nosotros conocemos esos nombres que no por nada se repiten: Nombres de las principales forestales, sus dueños, sus socios y sus accionistas; Nombres de los principales terratenientes; Nombres de los poderes judiciales, que tienen una, que otras acciones implicadas; Las fuerzas policiales, vasallos de todos ellos, cuidando y protegiendo.
Las forestales y los fundos en conflicto día y noche con del “bandolero”, perdón, mis hermanos.
Pobre del que pase y tenga cara de mapuche, porque lo empapelan en partes, y si necesitan a un culpable de algo, ya cayó uno. Los autos de sus amos, en cambio, pueden exceder el límite de velocidad, pueden infringir todas las leyes del tránsito, pero en los juzgados policiales no encontraremos nunca un parte con sus nombres o apellidos extranjeros. Por supuestos gringos, italianos, franceses, en fin, no vamos a caer en el juego de ellos, de discriminación por el apellido.
Suena fuerte, a propósito de nombres y apellidos, Hernán Tizano: Seudo guerrilla, compuesta por los mismos de siempre, terratenientes armados, porque ellos si tienen los medios para comprar armas, balas, camionetas todo terreno. Mis hermanos, en cambio, a lo mucho un coligue, una que otra piedrecita, ah, y una caja de fósforos (es chiste). Bueno, este grupo nacionalista, derechista, son como un ‘Ku Kux Klan’ criollo, pero al peo. Atemorizan y agreden a las mujeres, ancianos y niños, porque a los padres y jóvenes los meten presos con cualquier excusa, con testigos falsos y encapuchados.
“Winka tregua”, decía mi abuelo -perro ladrón-, sabias palabras. Llegaron con lo puesto, muchos arrancando de sus propias guerras, llegaron sin raíces, sin pasado, sin pueblo, sin memoria, allegados a una tierra, a unos dioses, a una nación, que no supieron valorar, entender y respetar. Pero el estado chileno los invitó y les dio otra porción de nuestras tierras, sumadas a las que los españoles y los propios chilenos nos habían robado antes. Pero ahora se nos quito o se nos robo con otro pretexto y bajo otro nombre: “Expropiación”.
A los nuevos vecinos les dieron muchas facilidades, hasta plata por colonizarnos. Gobierno de turno, Montt. El resto de tierras que adquirieron ellos, se sintieron con el derecho de tomarlas, como según ellos, mis hermanos no las trabajaban, sus mentecitas depredadoras, ansiosas de consumir, como si no existiera un mañana. Siguieron quitando lo que quedaba a través de engaños, agobios, amedrentamientos (mis hermanos no sabían leer ni escribir).
Cuantas mujeres violadas, cuantos niños, jóvenes, ancianos golpeados y muertos, otros arrancaban con lo puesto, dejando todo atrás: tierras, animales, ropa, joyas sagradas para nosotras, pasadas de madres a hijas por generaciones, todo quedaba en sus manos. Y hoy no falta el que por casualidad tiene un pequeño museo con joyas mapuches, sabemos que no pagaron por ellas, pues simplemente, no tienen precio.
Siempre se sintieron superiores, y de hecho siempre contaron con toda la simpatía del gobierno, a diferencia de nosotros.
A Elena Varela se le condena por su sensibilidad al escuchar el lamento de mi pueblo, un pueblo por siglos robado, estafado, humillado, empobrecido, dividido, sin derecho a exigir, a llorar.
¿Qué es lo tan grave que ha hecho?, ¿querer mostrar la verdad, la realidad?.
Ahora si a esto le llaman incitar, sublevar al pueblo mapuche, posiblemente cuando mi pueblo recuerde y despierte las cosas van a cambiar, pero no es con un documental como se va a lograr.
Nuestros ancestros, nuestros dioses, nuestros espíritus son sabios y aún no es el momento, y nosotros, solo nosotros como mapuches lo sabremos.
Elena subestimo al gobierno. Pensó que estaba en democracia, donde se avalan todas las expresiones culturales y por supuesto las más básicas, las primordiales: La libertad de ver, de hablar, de pensar y de juzgar en libertad.
Pero no, aunque estemos en democracia. ¿Democracia, para quién o quiénes?. Estamos en un gobierno inerte, permisivo con el poder y con el autoritarismo de los de siempre. Débiles para defender a una etnia dueña y señora desde más de 5.000 años atrás.
Es a mi parecer igualmente cómplice. No se puede estar bien con Dios y con el Diablo, aunque en este caso el gobierno parece que aún no sabe quien es quien.
Porque este no es solo un conflicto de tierras, es un problema de: Igualdad ante la ley, Reconocimiento publico, Reivindicación, Autodeterminación, Aprobación de los derechos de los pueblos originarios (aprobados mundialmente, menos por Chile y Estados Unidos), Recuperación de tierras ancestrales, en fin, serian tantos los puntos porque no sólo se ha empobrecido a mi pueblo a la fuerza se le ha despojado hasta de su dignidad y su libertad.
Son pocos los hermanos que miren como antaño, de frente, orgullosos, gallardos, de igual a igual. Mis hermanos, niños y ancianos, bajan la mirada al pasar y van arrastrando su dignidad a paso lento y en silencio.
Mi alma se revela y jura que no será siempre así. Creo en mi Dios Padre-Madre, que no será siempre así, que volverán los guerreros, volverán las sonrisas y la confianza en el futuro (y ya no será más silencio).
Hemos estado aquí 5.000 años antes, divididos en grupos de familias llamado “Lof”, con leyes sagradas dadas por nuestros dioses (Ad mapu).
Estaban conformados por un lonko, toqui en caso de guerra; los sabios compuestos por los mas ancianos; las machis, nuestros médicos; werkenes; werpines; konas; las hermanas que cultivaban, etc.
Cada integrante del Lof era importante y su labor imprescindible dentro de la comunidad, al menos que algún integrante rompiera las leyes del Ad mapu, en este caso se reunía el Lof y analizaba el caso. Si era muy grave se desterraba al integrante del Lof hasta que pagara su culpa. Vivían en paz, al menos que un Lof ofendiera gravemente a otro Lof y el daño no se pudiese reparar, entonces, se llamada a una guerra o malon.
Teníamos un dios principal (Futa Chau Ngenechen), creador del universo y de los hombres. Un dios creador de la naturaleza y todo lo que habita en ella (Ngenmapu). Luego venían los dioses menores, Antu y Kuyen.
Las cuatro fuerzas: Fuerza del agua (Newen Ko), Fuerza de la tierra (Newen Mapu), Fuerza del fuego (Newen Witral), Fuerza del viento (Newen Kurruf). Después venían los diferentes espíritus, algunos protectores, guardianes de los hombres, otros de los animales, otros de las plantas y árboles, otros de las piedras, las montañas, bosques ríos, vertientes, volcanes etc.
Todo tenía un sentido, una razón de ser, de existir, de pertenecer. Tenían un espíritu, por lo tanto, debía ser respetado. Cada vez que se cruzaba un bosque se pedía permiso a los guardianes y a todas las criaturas que habitaban en él, y se cruzaba lo mas humilde posible, tratando de no causar ningún daño. Cada vez que se cortaba un árbol se daba antes las explicaciones del por qué y las gracias por ese sacrificio.
También se respetaba a nuestra madre, la Mapu. Por eso se ocupaba y producía solo lo que se necesitaba. Eso ahora, miles de años después, se llama ‘desarrollo sustentable’, ‘ecología’, ‘permacultura’, etc. No se trabajaba de las 12.00 a.m. a las 16.00 p.m., eso era porque a esa hora salían espíritus perjudiciales para nuestra salud. En esta época eso se llama ‘rayos U.V.’
Observamos el horizonte y supimos de los cuatro puntos cardinales (los Meli Witran Mapu), y supimos también que la Tierra era redonda, que todo tenía principio y fin, que había vida más allá de esta, que todo era masculino y femenino, que no podía existir el bien sin el mal, que no podía existir vida sin estos principios fundamentales. Mirábamos al cielo y sabíamos si se avecinaba un buen o mal tiempo. Observamos a Kuyen Yantú y sabíamos si era tiempo de siembra o cosecha. El viento nos avisaba si iba a llover o no. Eso hoy se llama ‘astronomía’, ‘meteorología’. Hace miles de años ya lo sabíamos.
No existimos después de la llegada de los españoles, aunque la mayoría de la gente piensa que si. Cuando llegaron estos con el sable y su cruz, con el nombre de un Dios desconocido en los labios, que no pertenecía a esta tierra, que no resuena en esta tierra muy joven, para ser reconocida por nuestro pueblo tan antiguo.
En nombre de ese Dios comienza la domesticación, porque no teníamos leyes ni rey, ni cortes, ni vasallos, porque andábamos por la vida viviendo felices y en paz, honrando a nuestros dioses, respetando a nuestra Ñuke, por esa razón éramos “bárbaros” (según ellos).
Entonces, empezó la conquista, el etnocidio, se mataba al que no entregaba sus tierras y pertenencias, al que no se arrodillaba ante la cruz, al que mirara de frente y a la cara, al que se negara a servir como esclavo.
Aprendimos con amargura la triste lección de “obediencia”. Después, los más jóvenes, ante tal aberración, con la ayuda de nuestros ancestros, empezaron a observar y aprender. Robaron los primeros caballos, dándoles respeto y protección, desde ese instante fueron compañeros inseparables hasta hoy.
Empezó entonces la guerra. Se pasaba la voz de un Lof a otro. Todos juntos a pelear. Muy poco se abstuvieron (tembló la tierra, al unísono del paso de sus guerreros). Salieron a pelear jóvenes, ancianos, niños y mujeres.
Bueno, todos conocen la historia. No, en realidad, no la conocen. Sólo saben la que han leído, la que los winkas historiadores han contado, que no es la misma que cuentan mis abuelos, mis antepasados.
Luego viene la Guerra por la Independencia entre los chilenos y españoles, en la cual también ayudamos (porque solos no hubiesen podido). Ni con eso no hay un reconocimiento público, ningún héroe mapuche, como debería serlo.
Después nos replegamos al Biobio. Se dividió al norte, Chile; al sur, la Nación Mapuche o Wallmapu. Hasta que los chilenos dijeron, otra vez, que no podíamos no tener un Dios (aprobado por ellos), un rey, soberano o algo que se le pareciera, una tabla con normas, leyes, valores, etc.
Éramos un peligro latente. Tenían miedo que al no tener un representante válido para ellos, podíamos atacar en cualquier momento. Porque todo era una excusa: La verdadera razón de antes y de ahora se llama “miedo”. Miedo a lo desconocido, a lo que no entendieron y no llegan a entender. Aunque traten de aprender nuestra lengua, nuestra cultura, nuestra cosmología, siempre nos temerán, como son temidas muchas otras etnias.
Su estrategia en todo caso fue buena, acercándose de a poco como amigos, a traerle regalos a los lonkos, caciques y hermanos más influyentes. Regalos tales como ropas, licor, armas, dinero, tierras. Y empezaron a poner en contra a unos con otro, hasta que se sintieron con el suficiente apoyo.
Entonces empezó el enfrentamiento, la “Pacificación” (he oído por ahí). Pusieron hermano contra hermano, y luego ellos atacaron, dando el golpe final. Miles de hermanos muertos, cuerpos apilados, sin distinción entre jóvenes, ancianos, mujeres o niños.
Cualquiera podía ser un potencial peligro, cualquiera que pudiera tomar un coligue o una piedra.
Quemaban las Rukas, quemaban los sembrados, robaban los animales, mataban a los jefes de familias, cosa que no pudieran volver a levantarse.
Mucha sangre corrió, cuentan los abuelos. Los ríos iban teñidos de sangre. Lloraba la Ñuke a sus hijos caídos, muertos por ser libres.
Los sobrevivientes, los que lograron escapar, la mayoría mujeres y niños, sin nada en las manos, fueron replegados a pequeñas porciones de tierras, lejos de sus raíces, compartiendo esas tierras con otras familias que venía de otros lugares, con diferentes newenes y costumbres, sin ganas ya de luchar, con la tristeza en el alma, en soledad y en silencio.
El gobierno de turno las llamo “Reducciones”, hoy elegantemente llamadas “Comunidades”.
Pero, el golpe estaba aun por venir: la ‘Evangelización’, la culpable de enseñarles a mis hermanos que el nombre de nuestros dioses eran sacrilegio; que nuestras costumbres y ceremonias eran paganas. Adoradores del Diablo nos dijeron, nos dicen.
Entonces se produjo el quiebre más grande, y a mi parecer, el más certero. Lo que no lograron las guerras, lo hizo la religión católica y evangélica, que logro que mis hermanos olvidaran los nombres de nuestros dioses. Sumado a esto, al golpe anterior, de habernos quitado nuestras tierras, nuestras raíces, nuestra fuerza y nuestra voz.
Hoy existe “CONADI”. Llamada por mí “CON NADIE”.
Da tierra a algunos hermanos, después de una larga espera, no sin antes llenar una lista de requisitos, si se es afortunado. Las tierras que entregan, la mayoría son sobras que dejan las forestales.
“Las forestales”, “otra ayudita del Estado”. Gobierno de turno, Pinochet.
Estas tierras no sirven. Sin aguas: tierras improductivas, por la explotación de pinos y eucaliptos, absorbiendo por kilómetros las napas subterráneas, secando riachuelos y pozos, desapareciendo hierbas medicinales, muriendo la flora y la fauna, ocasionando un serio desequilibrio medioambiental, cultural, emocional y espiritual.
Esas son las tierras que se entregan lejos de donde viven. Lejos de nuestras familias, vecinos y amigos. Las entregan sin herramientas para trabajar, muchas veces inaccesibles y sin caminos. Pero lo paradójico es que si mis hermanos no trabajan la tierra, se les llama “flojos”.
Entonces, los pocos hermanos se que atreven, como Elena, Patricia, Alex, Matías, como muchos lonkos encancelados, condenados por alzar la voz, por hablar por lo que no pueden… ¿Hasta cuándo?.
Tal vez, hasta cuando nuestra Madre se canse de cómo sufren sus hijos, y tome represarias, como lo esta empezando a hacer y como lo va a seguir haciendo.
Si todo cae, estaremos nosotros de pie, porque conocemos a nuestra Ñuke, a nuestra Mapu, sabemos y respetamos sus ciclos, sus procesos, sus cambios.
Sobrevivimos miles de años, viendo la caída de grandes y poderosos imperios. Por lo tanto, sobreviviremos unos miles más.
Seremos otra vez el Wallmapu, porque se está con la Mapu o se está en contra de ella. Y nosotros hermanos, somos, ni más ni menos que “sus hijos”. Estaremos atentos a cuando ella clame. Entonces despertaran uno a uno a sus hijos, sus guardianes, sus guerreros, y seremos lo de antaño.
Porque somos una nación con memoria, con pasado, con presente, y por lo tanto, con futuro.
Gracias a todos, los que sin ser hermanos de sangre, son hermanos, de espíritu y de lucha…
MARICHIWEU
(Diez veces venceremos)
Patricia Troncoso, Elena Varela, valerosas mujeres con sensibilidad, con fuerza. A mi parecer, para hablar y mostrar (lo que no está en discusión).
Elena Varela: Productora, guionista, cineasta, compositora, gestora cultural, directora de ‘Ojo film’, fundadora de la ‘Escuela de todas las artes’ y de la ‘Orquesta sinfónica de niños de Panguipulli’. Acusada de financiar y de la autoría de dos asaltos.
Pero ese no es su crimen. El crimen mas grande y el por qué esta siendo procesada es por su documental que pronto seria entrenado, ‘Newen mapuche’ (fuerza gente de la tierra).
Encarcelada, humillada, sola, incomunicada, “sin derechos” por atreverse a mostrar la verdad. Hoy, sin ser mapuche, está siendo tratada como si lo fuera, está viviendo la represión que por siglos ha vivido mi pueblo.
Ha sido noticia por unos días, mostrando su rostro casi imperceptible.
Sus familiares y amigos han sido amenazados. Su productora, por supuesto que fue allanada y destruida el material de ‘Newen mapuche’, recopilación de cuatro años, incautado seguramente para sacar información contra las personas que fueron entrevistadas.
Ella no es la primera ni la última. Han sido muchos los periodistas, documentalistas y estudiantes, nacionales y extranjeros, que cuando los interceptan grabando o acercándose a las zonas de conflicto son amenazados, muchos golpeados y expulsados del lugar, inclusive del país, no sin antes quitarles todo el material (fotos, grabaciones, audio, etc.).
Pero eso no se sabe, no es noticia, a nadie le interesa escuchar ese tipo de información; el resto del país y del mundo no se imagina qué pasa, y cada vez que se alza la voz dicen: “ya salieron los problemáticos, ¿para qué quieren más tierra?”.
Bueno, quizás para dejar de viajar a ciudades más grandes, para poder trabajar y alimentar a nuestras familias y dejar de ejercer los “excelentes trabajos” que por siglos nos han asignados: Empleadas (sin ofender), basureros, panaderos, temporeros. En fin, todo trabajo es digno -si fueran dignas las condiciones, la paga y el trato-.
Ni aún así, desearía que mi gente no estuviera hacinada en una hectárea, los más afortunados. Otros no tienen nada y viven de allegados. Esta realidad golpea también a las familias chilenas.
Pero mi gente, a diferencia de ellos, no está acostumbrada, ni lo van a estar, a no poder plantar, criar sus animales, a donde nazcan los hijos libres, en contacto con la naturaleza.
Los últimos estudios arrojan que aproximadamente un 84% de la población chilena tiene algún origen o parentesco mapuche.
Es una vergüenza, que en este tiempo, con el nivel de conocimiento y de avance tecnológico, que el resto de chile no sepa porque estamos luchando. Es una postura muy cómoda sentarse frente al televisor y que les digan qué hacer y en qué creer.
Considerando que los grandes consorcios también son dueños o socios de las grandes forestales y también de la información, “dueños de su verdad”, se podría decir (diarios, revistas, canales de TV, emisoras radiales), dueños también de hasta el papel con el que vamos al baño.
Bueno, nosotros conocemos esos nombres que no por nada se repiten: Nombres de las principales forestales, sus dueños, sus socios y sus accionistas; Nombres de los principales terratenientes; Nombres de los poderes judiciales, que tienen una, que otras acciones implicadas; Las fuerzas policiales, vasallos de todos ellos, cuidando y protegiendo.
Las forestales y los fundos en conflicto día y noche con del “bandolero”, perdón, mis hermanos.
Pobre del que pase y tenga cara de mapuche, porque lo empapelan en partes, y si necesitan a un culpable de algo, ya cayó uno. Los autos de sus amos, en cambio, pueden exceder el límite de velocidad, pueden infringir todas las leyes del tránsito, pero en los juzgados policiales no encontraremos nunca un parte con sus nombres o apellidos extranjeros. Por supuestos gringos, italianos, franceses, en fin, no vamos a caer en el juego de ellos, de discriminación por el apellido.
Suena fuerte, a propósito de nombres y apellidos, Hernán Tizano: Seudo guerrilla, compuesta por los mismos de siempre, terratenientes armados, porque ellos si tienen los medios para comprar armas, balas, camionetas todo terreno. Mis hermanos, en cambio, a lo mucho un coligue, una que otra piedrecita, ah, y una caja de fósforos (es chiste). Bueno, este grupo nacionalista, derechista, son como un ‘Ku Kux Klan’ criollo, pero al peo. Atemorizan y agreden a las mujeres, ancianos y niños, porque a los padres y jóvenes los meten presos con cualquier excusa, con testigos falsos y encapuchados.
“Winka tregua”, decía mi abuelo -perro ladrón-, sabias palabras. Llegaron con lo puesto, muchos arrancando de sus propias guerras, llegaron sin raíces, sin pasado, sin pueblo, sin memoria, allegados a una tierra, a unos dioses, a una nación, que no supieron valorar, entender y respetar. Pero el estado chileno los invitó y les dio otra porción de nuestras tierras, sumadas a las que los españoles y los propios chilenos nos habían robado antes. Pero ahora se nos quito o se nos robo con otro pretexto y bajo otro nombre: “Expropiación”.
A los nuevos vecinos les dieron muchas facilidades, hasta plata por colonizarnos. Gobierno de turno, Montt. El resto de tierras que adquirieron ellos, se sintieron con el derecho de tomarlas, como según ellos, mis hermanos no las trabajaban, sus mentecitas depredadoras, ansiosas de consumir, como si no existiera un mañana. Siguieron quitando lo que quedaba a través de engaños, agobios, amedrentamientos (mis hermanos no sabían leer ni escribir).
Cuantas mujeres violadas, cuantos niños, jóvenes, ancianos golpeados y muertos, otros arrancaban con lo puesto, dejando todo atrás: tierras, animales, ropa, joyas sagradas para nosotras, pasadas de madres a hijas por generaciones, todo quedaba en sus manos. Y hoy no falta el que por casualidad tiene un pequeño museo con joyas mapuches, sabemos que no pagaron por ellas, pues simplemente, no tienen precio.
Siempre se sintieron superiores, y de hecho siempre contaron con toda la simpatía del gobierno, a diferencia de nosotros.
A Elena Varela se le condena por su sensibilidad al escuchar el lamento de mi pueblo, un pueblo por siglos robado, estafado, humillado, empobrecido, dividido, sin derecho a exigir, a llorar.
¿Qué es lo tan grave que ha hecho?, ¿querer mostrar la verdad, la realidad?.
Ahora si a esto le llaman incitar, sublevar al pueblo mapuche, posiblemente cuando mi pueblo recuerde y despierte las cosas van a cambiar, pero no es con un documental como se va a lograr.
Nuestros ancestros, nuestros dioses, nuestros espíritus son sabios y aún no es el momento, y nosotros, solo nosotros como mapuches lo sabremos.
Elena subestimo al gobierno. Pensó que estaba en democracia, donde se avalan todas las expresiones culturales y por supuesto las más básicas, las primordiales: La libertad de ver, de hablar, de pensar y de juzgar en libertad.
Pero no, aunque estemos en democracia. ¿Democracia, para quién o quiénes?. Estamos en un gobierno inerte, permisivo con el poder y con el autoritarismo de los de siempre. Débiles para defender a una etnia dueña y señora desde más de 5.000 años atrás.
Es a mi parecer igualmente cómplice. No se puede estar bien con Dios y con el Diablo, aunque en este caso el gobierno parece que aún no sabe quien es quien.
Porque este no es solo un conflicto de tierras, es un problema de: Igualdad ante la ley, Reconocimiento publico, Reivindicación, Autodeterminación, Aprobación de los derechos de los pueblos originarios (aprobados mundialmente, menos por Chile y Estados Unidos), Recuperación de tierras ancestrales, en fin, serian tantos los puntos porque no sólo se ha empobrecido a mi pueblo a la fuerza se le ha despojado hasta de su dignidad y su libertad.
Son pocos los hermanos que miren como antaño, de frente, orgullosos, gallardos, de igual a igual. Mis hermanos, niños y ancianos, bajan la mirada al pasar y van arrastrando su dignidad a paso lento y en silencio.
Mi alma se revela y jura que no será siempre así. Creo en mi Dios Padre-Madre, que no será siempre así, que volverán los guerreros, volverán las sonrisas y la confianza en el futuro (y ya no será más silencio).
Hemos estado aquí 5.000 años antes, divididos en grupos de familias llamado “Lof”, con leyes sagradas dadas por nuestros dioses (Ad mapu).
Estaban conformados por un lonko, toqui en caso de guerra; los sabios compuestos por los mas ancianos; las machis, nuestros médicos; werkenes; werpines; konas; las hermanas que cultivaban, etc.
Cada integrante del Lof era importante y su labor imprescindible dentro de la comunidad, al menos que algún integrante rompiera las leyes del Ad mapu, en este caso se reunía el Lof y analizaba el caso. Si era muy grave se desterraba al integrante del Lof hasta que pagara su culpa. Vivían en paz, al menos que un Lof ofendiera gravemente a otro Lof y el daño no se pudiese reparar, entonces, se llamada a una guerra o malon.
Teníamos un dios principal (Futa Chau Ngenechen), creador del universo y de los hombres. Un dios creador de la naturaleza y todo lo que habita en ella (Ngenmapu). Luego venían los dioses menores, Antu y Kuyen.
Las cuatro fuerzas: Fuerza del agua (Newen Ko), Fuerza de la tierra (Newen Mapu), Fuerza del fuego (Newen Witral), Fuerza del viento (Newen Kurruf). Después venían los diferentes espíritus, algunos protectores, guardianes de los hombres, otros de los animales, otros de las plantas y árboles, otros de las piedras, las montañas, bosques ríos, vertientes, volcanes etc.
Todo tenía un sentido, una razón de ser, de existir, de pertenecer. Tenían un espíritu, por lo tanto, debía ser respetado. Cada vez que se cruzaba un bosque se pedía permiso a los guardianes y a todas las criaturas que habitaban en él, y se cruzaba lo mas humilde posible, tratando de no causar ningún daño. Cada vez que se cortaba un árbol se daba antes las explicaciones del por qué y las gracias por ese sacrificio.
También se respetaba a nuestra madre, la Mapu. Por eso se ocupaba y producía solo lo que se necesitaba. Eso ahora, miles de años después, se llama ‘desarrollo sustentable’, ‘ecología’, ‘permacultura’, etc. No se trabajaba de las 12.00 a.m. a las 16.00 p.m., eso era porque a esa hora salían espíritus perjudiciales para nuestra salud. En esta época eso se llama ‘rayos U.V.’
Observamos el horizonte y supimos de los cuatro puntos cardinales (los Meli Witran Mapu), y supimos también que la Tierra era redonda, que todo tenía principio y fin, que había vida más allá de esta, que todo era masculino y femenino, que no podía existir el bien sin el mal, que no podía existir vida sin estos principios fundamentales. Mirábamos al cielo y sabíamos si se avecinaba un buen o mal tiempo. Observamos a Kuyen Yantú y sabíamos si era tiempo de siembra o cosecha. El viento nos avisaba si iba a llover o no. Eso hoy se llama ‘astronomía’, ‘meteorología’. Hace miles de años ya lo sabíamos.
No existimos después de la llegada de los españoles, aunque la mayoría de la gente piensa que si. Cuando llegaron estos con el sable y su cruz, con el nombre de un Dios desconocido en los labios, que no pertenecía a esta tierra, que no resuena en esta tierra muy joven, para ser reconocida por nuestro pueblo tan antiguo.
En nombre de ese Dios comienza la domesticación, porque no teníamos leyes ni rey, ni cortes, ni vasallos, porque andábamos por la vida viviendo felices y en paz, honrando a nuestros dioses, respetando a nuestra Ñuke, por esa razón éramos “bárbaros” (según ellos).
Entonces, empezó la conquista, el etnocidio, se mataba al que no entregaba sus tierras y pertenencias, al que no se arrodillaba ante la cruz, al que mirara de frente y a la cara, al que se negara a servir como esclavo.
Aprendimos con amargura la triste lección de “obediencia”. Después, los más jóvenes, ante tal aberración, con la ayuda de nuestros ancestros, empezaron a observar y aprender. Robaron los primeros caballos, dándoles respeto y protección, desde ese instante fueron compañeros inseparables hasta hoy.
Empezó entonces la guerra. Se pasaba la voz de un Lof a otro. Todos juntos a pelear. Muy poco se abstuvieron (tembló la tierra, al unísono del paso de sus guerreros). Salieron a pelear jóvenes, ancianos, niños y mujeres.
Bueno, todos conocen la historia. No, en realidad, no la conocen. Sólo saben la que han leído, la que los winkas historiadores han contado, que no es la misma que cuentan mis abuelos, mis antepasados.
Luego viene la Guerra por la Independencia entre los chilenos y españoles, en la cual también ayudamos (porque solos no hubiesen podido). Ni con eso no hay un reconocimiento público, ningún héroe mapuche, como debería serlo.
Después nos replegamos al Biobio. Se dividió al norte, Chile; al sur, la Nación Mapuche o Wallmapu. Hasta que los chilenos dijeron, otra vez, que no podíamos no tener un Dios (aprobado por ellos), un rey, soberano o algo que se le pareciera, una tabla con normas, leyes, valores, etc.
Éramos un peligro latente. Tenían miedo que al no tener un representante válido para ellos, podíamos atacar en cualquier momento. Porque todo era una excusa: La verdadera razón de antes y de ahora se llama “miedo”. Miedo a lo desconocido, a lo que no entendieron y no llegan a entender. Aunque traten de aprender nuestra lengua, nuestra cultura, nuestra cosmología, siempre nos temerán, como son temidas muchas otras etnias.
Su estrategia en todo caso fue buena, acercándose de a poco como amigos, a traerle regalos a los lonkos, caciques y hermanos más influyentes. Regalos tales como ropas, licor, armas, dinero, tierras. Y empezaron a poner en contra a unos con otro, hasta que se sintieron con el suficiente apoyo.
Entonces empezó el enfrentamiento, la “Pacificación” (he oído por ahí). Pusieron hermano contra hermano, y luego ellos atacaron, dando el golpe final. Miles de hermanos muertos, cuerpos apilados, sin distinción entre jóvenes, ancianos, mujeres o niños.
Cualquiera podía ser un potencial peligro, cualquiera que pudiera tomar un coligue o una piedra.
Quemaban las Rukas, quemaban los sembrados, robaban los animales, mataban a los jefes de familias, cosa que no pudieran volver a levantarse.
Mucha sangre corrió, cuentan los abuelos. Los ríos iban teñidos de sangre. Lloraba la Ñuke a sus hijos caídos, muertos por ser libres.
Los sobrevivientes, los que lograron escapar, la mayoría mujeres y niños, sin nada en las manos, fueron replegados a pequeñas porciones de tierras, lejos de sus raíces, compartiendo esas tierras con otras familias que venía de otros lugares, con diferentes newenes y costumbres, sin ganas ya de luchar, con la tristeza en el alma, en soledad y en silencio.
El gobierno de turno las llamo “Reducciones”, hoy elegantemente llamadas “Comunidades”.
Pero, el golpe estaba aun por venir: la ‘Evangelización’, la culpable de enseñarles a mis hermanos que el nombre de nuestros dioses eran sacrilegio; que nuestras costumbres y ceremonias eran paganas. Adoradores del Diablo nos dijeron, nos dicen.
Entonces se produjo el quiebre más grande, y a mi parecer, el más certero. Lo que no lograron las guerras, lo hizo la religión católica y evangélica, que logro que mis hermanos olvidaran los nombres de nuestros dioses. Sumado a esto, al golpe anterior, de habernos quitado nuestras tierras, nuestras raíces, nuestra fuerza y nuestra voz.
Hoy existe “CONADI”. Llamada por mí “CON NADIE”.
Da tierra a algunos hermanos, después de una larga espera, no sin antes llenar una lista de requisitos, si se es afortunado. Las tierras que entregan, la mayoría son sobras que dejan las forestales.
“Las forestales”, “otra ayudita del Estado”. Gobierno de turno, Pinochet.
Estas tierras no sirven. Sin aguas: tierras improductivas, por la explotación de pinos y eucaliptos, absorbiendo por kilómetros las napas subterráneas, secando riachuelos y pozos, desapareciendo hierbas medicinales, muriendo la flora y la fauna, ocasionando un serio desequilibrio medioambiental, cultural, emocional y espiritual.
Esas son las tierras que se entregan lejos de donde viven. Lejos de nuestras familias, vecinos y amigos. Las entregan sin herramientas para trabajar, muchas veces inaccesibles y sin caminos. Pero lo paradójico es que si mis hermanos no trabajan la tierra, se les llama “flojos”.
Entonces, los pocos hermanos se que atreven, como Elena, Patricia, Alex, Matías, como muchos lonkos encancelados, condenados por alzar la voz, por hablar por lo que no pueden… ¿Hasta cuándo?.
Tal vez, hasta cuando nuestra Madre se canse de cómo sufren sus hijos, y tome represarias, como lo esta empezando a hacer y como lo va a seguir haciendo.
Si todo cae, estaremos nosotros de pie, porque conocemos a nuestra Ñuke, a nuestra Mapu, sabemos y respetamos sus ciclos, sus procesos, sus cambios.
Sobrevivimos miles de años, viendo la caída de grandes y poderosos imperios. Por lo tanto, sobreviviremos unos miles más.
Seremos otra vez el Wallmapu, porque se está con la Mapu o se está en contra de ella. Y nosotros hermanos, somos, ni más ni menos que “sus hijos”. Estaremos atentos a cuando ella clame. Entonces despertaran uno a uno a sus hijos, sus guardianes, sus guerreros, y seremos lo de antaño.
Porque somos una nación con memoria, con pasado, con presente, y por lo tanto, con futuro.
Gracias a todos, los que sin ser hermanos de sangre, son hermanos, de espíritu y de lucha…
MARICHIWEU
(Diez veces venceremos)
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